Sobre el dolor de la melodía nocturna
transitan poesías que nunca escribí,
me besan las letras de mi alma mojada
reclamando su fin en pluma de amor.
Armonía de pasiones ásperas en la negrura,
mojando espacios de la brisa retraída
con el sumiso llanto de violín en pena
que cada noche prohíbe a la luna brillar.
Hacen sentarme en un trozo de viejo papel
y dormir en canción de propias mentiras,
caminar en segundos que nunca existieron,
como el ficticio mundo que hay atrás de mis ojos.
Quiero espesar la saliva del mar,
con versos de agua en su envidia
y tupir la tristeza que nunca sentí
en notas amargas que caen del arpa.
Lágrimas relucidas vuelan cual mariposas,
bailando sobre notas en teclas del piano
que desafina el ahogo tapando mi rostro
y fermentando mis falsos ardores…