Sólo un montón de huesos tirados en la arena. Eso eran. Y aún así, resultaba imponente, inspiraba miedo. No es lo que era, es lo que había sido. Esa mirada hueca de un cráneo cuyas mandíbulas redujeron ejércitos de valientes a polvo. Son los huesos que sostuvieron las alas cuya sombra metió el miedo en los cuerpos de los cientos a los que cubrió. Son los restos de las zarpas que desgarraron el cuerpo de miles de criaturas, esparciendo su sangre por los llanos. Son las dos docenas de costillas que mantuvieron a salvo los órganos que le dieron vida un día, hasta que el arma de un caballero se clavó en ellas.
Eso eran, aquel montón de huesos. O, al menos, eso parecían.
Un brillo rojizo, una luz tenue y espectral, comenzó a relucir desde el fondo de las cuencas de sus ojos muertos, en el instante en que mi mano rozó los huesos. Y la bestia muerta se alzó ante mis ojos, sostenida por mi magia, que ahora recorría sus huesos y la obligaba a levantarse. En ese instante casi glorioso, un rugido infernal se alzó desde los cielos, el lamento y la ira de un alma cuyos restos están siendo utilizados para otros fines que nada tienen que ver con ella...
Eso eran, aquel montón de huesos. O, al menos, eso parecían.
Un brillo rojizo, una luz tenue y espectral, comenzó a relucir desde el fondo de las cuencas de sus ojos muertos, en el instante en que mi mano rozó los huesos. Y la bestia muerta se alzó ante mis ojos, sostenida por mi magia, que ahora recorría sus huesos y la obligaba a levantarse. En ese instante casi glorioso, un rugido infernal se alzó desde los cielos, el lamento y la ira de un alma cuyos restos están siendo utilizados para otros fines que nada tienen que ver con ella...
Estúpida y patética criatura... Yo soy la ira de tu corazón, yo soy la furia de tus pensamientos. Sólo yo os di el poder de traer el caos a este mundo... y eso es lo que haréis, ¡por el vacío infinito!
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