lunes, 10 de diciembre de 2012

Reflejo incrustado en la pared

Estoy aquí otra vez cavilando sobre lo
real de mis ensoñaciones... ¿Qué soy?
¿Genio? No, demasiado cuerda.
¿Poeta? No, demasiado demente.

Acaso seré la poesía ¡no!
Solo soy la pluma que utiliza
el universo para escribir poesía.
La respuesta la encontré en la opaca
dualidad de mi alma.

Un raciocinio de delirio demasiado
taciturno para escrutar la belleza,
belleza que me es tan ajena en este
mundo de carnes moldeadas...

La belleza no es mi razón de ser, ya que prefiero ser
pintada por Picasso, 

que esculpida por Miguel Ángel.

La noche, la noche iluminada es mi hado.
Lo subreal de las estrellas bombeara
sangre a mi cerebro ¡no! La noche es demasiado
compleja para mi insulso sentir.

Mi filosofía será la puerta al universo ¿seré
yo el universo? el sonido del oxigeno,
el discurso de un sociópata, el llanto
diario que se pierde entre sonrisas y sollozos.
No, el universo es demasiado pequeño para
ponderar mis ilusiones.

Busco y no encuentro mi sombra ¿mi sombra?
¿Seré yo la sombra de la humanidad, la
excusa de un solo naciente, lo efímero de un
beso, lo tremebundo de un abrazo?. No, mí
identidad me es propia, no del mundo.

Tendré que buscar entre las nubes marinas,
las olas terrestres y el montículo aéreo.
Quizás allí pueda entender el significado de estas palabras.

Miro a lo lejos, hacia los puntos cardinales
tatuados en mi cuerpo. Veo la inopia,
el legado de mis héroes y mis pasos, ¿por qué
no encuentro mis huellas en aquellos caminos?

Cada vez más me hundo en el filo ácido de
sueños muertos. Entre la altivez de las diosas griegas
y los amantes de lo insondable.

Pero; ¿por qué no soy una más de las
que ve lo estático de un día? ¿Por qué me
endulzan con la quimera de la perfección?

Soy la ignorancia. ¡Si soy la ignorancia!
Que se recoge desahuciada y famélica, que
ciega no ve mas allá de lo que tiene al
frente. Soy la ignorancia que se da cuenta,
de que soy la búsqueda de mi identidad
y todo se reduce a la imagen
reflejada en el espejo.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Solamente sola

Acomodada en el sofá de mi anhelada soledad,
surcando mundos impares y océanos tales
donde uno si cae se ahoga; pero si sabe nadar
entre olas de silencios y de insultantes momentos...
permanecerá a salvo, sobre la cubierta de la Goleta:
"la gran Goleta de la Soledad".

Solamente sola, como la melodía
de una tarde de otoño, muy fría.
Solamente sola, como en mis primeros pasos
de juventud, como queriendo descubrir
lo que hay más allá de aquel allí,
que ayer se me prometió y perdí.

Solamente sola, como un estío de sol
hastiado de rojo fuego,
solamente sola, como la gran montaña de nieve y calma,
donde a nada por su nombre se le llama.

Hay instantes de sabiduría donde una cree
poder recoger el fruto de sus pasados días,
y momentos que te atrapan en el silencio
que no se apiadan ni de tus propios secretos.

La ingratitud no es una virtud.
El dolor puede transformar
a cualquier ser humano en un dios romano
o en un demonio endiablado.

Una nunca sabe si la soledad
la hará cruel
o la convertirá en un corazón fuerte,
que luchará a contracorriente.

Todos somos iguales;
pero no a todos se nos trata de igual manera,
quizá sea ese el verdadero secreto de la vida,
aquella que yo pensaba era maravillosa
por muchas desgracias que ocurriesen u ocurrieran.

Amig@ que diferente todo se ve
cuando la astilla no cae en ojo ajeno,
sino que se te clava de repente
en la retina y hace que la pupila se ennegrezca
y todo sea una lágrima negra
que te cubre como un manto de pies a cabeza.

¡Esperanza! - grité un día
y me senté a esperarla,
hoy sé que nunca llegará,
el tren pasó muy cerca
y no se detuvo en el andén
que yo esperaba con anhelo e ilusión.

Pasó como un ciclón,
como una tormenta en medio de un vendaval
de ingratas sorpresas.

Solamente sola, con mi inquietud,
con la inmaculada forma que adquieren las cosas
cuando uno las sueña de una sola forma.

Solamente sola, admirando notas musicales
dentro de los más agudos silencios.
Solamente sola, sin maleta de viaje,
sin dirección, sin destino ni equipaje.

Vivir de la mejor forma que la vida te deje,
vivir como un erudito que nada sabe;
pero mantiene vivo el principio
de ser fiel a sus poco instintos.

Solamente sola, como una oveja descarriada,
que casi nunca hace caso
o cuando alguien se fija en ella,
es para reprocharle algo.

No quiero una paz si para ello
hemos debido sufrir una guerra,
tampoco deseo la calma
que se aproxima justamente detrás de una desgracia,
si en ella perdí la esperanza del amor...

Solamente sola, aspirando solamente
a un beso de buenas noches,
cuando cada noche se sienta a mi lado
y me sonríe inundando mi soledad y mis silencios
de mágicos momentos.

Solamente sola, con aquellos pocos
que llevan mi sangre y me pertenecen,
tan solo porque yo a ellos pertenezco.

Solamente sola,
no quiero ser más nada de lo que soy...
ya no...

Soy solamente esto,
que pienso, siento y escribo.
Soy una sombra más dentro del tiempo,
soy un verso dejado atrás por el viento.
Solamente sola, solamente eso.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Mírame!


¡Mírame!
Sin sombreros ni antifaces.
¡Solamente mírame!
entre espejos, montañas y reflejos.

¡Mírame!

Ya dejé atrás 
aquellas migas de pan,
con las que un día
creí que podría llegar.

¡Mírame! 
Solo abre los ojos
y observa mucho más allá
del cielo azul.

Mira mi luz,
su intensidad y claroscuros.

Mira entre el tono, la llama, 
mira la suavidad 
con la que se dilatan mis pupilas.

Mira mi impaciencia y su calma,
como luchan entre ellas
por conquistar tu lado de la cama.

¡Mírame!

Entre el perdón y la honestidad,
no existe lugar 
para consecuencias impropias
y sin embargo...

¡Mírame!
Mira mi sentido común,
el que aún conservo .

El que entregué al mejor postor,
fue sacrificado 
entre tinieblas y bambalinas
y no creo que pudieses mirarlo.

¡Mírame!
y que no te importe 
que nos puedan mirar,
por mucho que maldigan 
nuestras miradas.

Una mirada, la mía,
una mirada, la tuya.

Una más una 
nunca fueron dos
¡Término a término!.

Equivocaron el teorema
o perdieron 
una de las cuentas 
por el camino.

¡Mírame!
¡Tú mírame!

Aunque no quieras
Aunque no puedas
¡Mírame!
Aunque no lo desees

¡Mírame!
porque solo así descubrirás,
que por mucho que me mires,
por mucho que lo intentes...
nunca lo conseguirás.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La luz de la insensatez


La luz de la insensatez
se abre ante mi,
como un cuchillo de hierro
y entonces:
¡La resonancia del verso!

¿Acaso hay algo tan bello?
¿Acaso la nieve depositada
sobre los tejados
no inspira a poetas y a angustiados?

Como quien duerme
dentro un cementerio bajo un fuego
raído de hastío y sorpresa.

¿Quién soy?
Cuantas veces
me hice la misma pregunta.

Y aunque la esperanza
se me niegue,
en una encrucijada de palabras,
hallaré, sin duda alguna, la respuesta.

El sol brilla, calienta, pero no asusta.
La luna sin embargo dibuja
sobre el falso techo de la cúpula
figuras estelares,
imaginadas en lienzos y estampas.

El verso, no es tiempo perdido.
El verso es un camino.

Una finalidad,
un recorrido a través de desiertos
y otros nuevos caminos,
que abren puertas y cierran secretos.

Nunca anochecerá lo suficiente
como para no amanecer.
Y nunca dejará de amanecer
aunque ya jamás nos volvamos a ver.

La luz es una sonrisa,
la luz es una caricia,
la luz es una promesa,
la luz es una experiencia.

La luz es una sorpresa
una cadena de favores,
un relicario de colores,
un doremifasoleando de melodías
donde todo puede ser lo que parece
y sin embargo nunca lo seguirá siendo.

La luz se enciende y se apaga.
La noche se hace y se deshace
como si fuese un truco de magia.

Y aún habiendo oscuridad
dentro de las tinieblas y su diversidad,
allí dentro, muy adentro,
siempre una pequeña luz brillará.

Porque nunca anochecerá
lo suficiente
como para no amanecer.

Porque nunca
dejará de amanecer por muy duro
que haya sido el anochecer.

Porque una luz
aunque sea la de la insensatez,
siempre te hará observar
mucho más allá del propio verbo “ver”.

Heme aquí, entonces,
iluminada por mi propio anochecer.
Heme aquí cabizbaja;
pero esperando de nuevo
el siguiente amanecer.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Quien soy yo


La eternidad de las pequeñas cosas, 
aquellas que casi sin salir de casa
tienen el precio de un reino.

La eternidad de aquellos momentos,
donde el misterio que se esconde 
tras la estela de un beso,
nos deja, tantas veces, con esa sensación
de que todo es perfecto.

Si aprieto los dientes,
si caigo y me levanto, 
si tropiezo con cada trazo, 
si me guardo lo que siento.

Si mis sueños no los comparto. 
Si me estrello contra el suelo 
cada vez que intento 
reemprender el vuelo. 

Si continuo contando con mis dedos 
y siguen sin salirme las cuentas.
Si oscurezco las habitaciones 
donde me escondo para pensar. 

Si el dolor, 
sigo pensando, 
que si no me mata 
acabará haciéndome más fuerte.

Si mis cuadernos esconden 
el único y verdadero 
secreto de mi existencia.

Si tan solo a ellos 
declaré mis intenciones, 
de todas las formas posibles 
sin medir miedos, 
daños colaterales o consecuencias. 

Si me eximí de rezar 
es porque asumí 
que mis culpas eran mías, solo mías 
y más nadie debería pagar por ellas.

Si el sol quema mi piel, 
si la claridad hace daño a mis ojos, 
si mi cuerpo se retuerce, a veces, 
mientras callo y acepto.

Si me enfrento a mis miedos 
de la única manera que sé hacerlo, 
si mis lágrimas no encuentran refugio,
ni en la orilla oeste de la vida, 
ni en el andén de una estación vacía. 

Si quiero pero no puedo; 
pero al día siguiente y al otro, y al otro, 
lo intento, aunque en ese intento 
pierda la partida de nuevo 
...entonces... me doy por satisfecha... 

Si me empeño en conseguir un deseo. 
Si escribo lo que siento. 
Si me desahogo apretando las tuercas 
de los mecanismos del infierno. 

Si mi concepto sobre el cielo 
cambió de repente y al respecto. 

Si mi vida, 
si mi suerte, 
si mi huida 
son la misma cosa. 

¿Quién soy yo entonces 
para alterar 
las sonrisas del universo? 

La caricia 
de unos dedos sobre la piel. 
La eternidad 
de esas pequeñas cosas. 

El beso más sutil, 
la pasión del corazón, 
sus locuras y extenuación.
El perfume de una rosa, de una sola. 

Si tan solo aspiro a vivir 
con todos mis miedos y proezas, 
apoyado, como no, 
en esta indecente realidad 
que me conceden 
esos pequeños y eternos 
momentos de felicidad.

Entonces quien soy yo 
para dejar de hacerlo, 
quien soy yo 
para alterar todo esto. 

Si con ello 
me gano y me pierdo 
el derecho, uno solo, 
el de "solamente" 
sentirme así de satisfecha. 

¿Quién soy yo 
para no intentarlo 
o para al menos no morir 
por aquello en lo que creo? 

¿Quien soy para no seguir 
en mi empeño 
de que esas tuercas oxidadas 
vuelvan a funcionar, algún día, 
en un lugar alejado del infierno? 

¿Quien soy yo 
...entonces... para alterar 
las sonrisas del universo? 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Hasta el último

“Mi voz no te toca”
ya lo escribió Neruda 
en uno de sus veinte poemas
tampoco creo, 
que aunque cerrada
pudiesen callar mi boca.

Hasta el último aliento,

sufrido anhelo de contratiempos.
Hasta la última gota
que de mi sangre se derrame
en el contorno sibilante de una copa.

Hasta el último ápice de lucidez,

constante, creativo, expiador.
Hasta el último te quiero
que aún pudiendo decir, 
decir no quiero, ni diré.

Hasta la última luna nueva

que ilumine mi alcoba vacía,
porque de mi lado
ya se habrá marchado
hasta la palabra melancolía.

Hasta el último adiós,

hasta el último buen día,
hasta la última sonrisa,
que un verso mío, ofrezca sin prisa,
a la verdadera poesía.

Hasta el último ayer

que te otorgue un hoy,
desprendido, sin prejuicios, desvergonzado,
con carácter de querer seguir
a la vida amarrado.

Hasta el último: “Lo siento”.

Hasta el último: “Goodbye my lover”
en el que iba ímplicita
la siguiente estrofa:

“Vuela libre, amor mío y sé feliz

porque yo, aunque solitaria y ausente,
me he de quedar aquí,
donde siempre estuve
y donde permaneceré”.

Nunca fue mi cometido

escribir miserias
y aunque mis propias ruinas romanas
devastaron mi corazón y mi alma,
lo que hice, lo hice, a sabiendas;
de que hasta el último verso
que surgiese un día de invierno,
como éste,
del rincón más enigmático de mi firmamento
sería siempre un verso de amor.

Amor hacia hechos y acontecimientos.

Amor hacia mis sueños,
mis fantasías y eternos tesoros,
amor hacia el recuerdo
de quien más amor me ofreció
sin pedir para él,
tan siquiera un poquito de consuelo.

No vivo por vivir,

ni tampoco
porque pasaba por aquí.

Aunque si algo he de admitir,

es que vivo dentro de mí
sin querer apenas salir.


Agarrada con fuerza 
y vehemencia

aún sin vivir,
que no es ajeno
ni a mi silencio, ni a mí.

Ni tan siquiera
desconocido a todos y cada uno
de aquellos momentos que pasé en soledad,
escribiéndole versos
a los contrafuertes del destino,
intentando hallar el rastro
dejado atrás por mi propio pasado.

Agarrada, sigo, como bohemia

a esa filosofía
que aunque pocos entiendan,
es la única forma de vivir,
así, de esta manera, una vida.

Y si me dejan decir

unas últimas estrofas
en ellas diría, como siempre,
lo que siento y sentí,
nada más que eso:

“Hasta el último aliento,

hasta el último instante,
hasta el ultimo arco crepuscular
que ilumine con creces
los cuerpos desnudos de dos amantes.

Hasta el último trago

que anteceda a la última conversación
que por poder mantener,
mantengan,
mi soledad y mi conciencia.

Hasta entonces seguiré creyendo

que aquella otra que escribía
todos estos versos
era simplemente una soñadora.

Por lo tanto, supongo,

que mi conclusión
debería ser directa
o al menos ésta: 

Duérmete otra noche solo, 

que hoy tampoco,
al menos eso creo,
cuando llegue el alba,
"tampoco" habrá llegado mi hora ...

martes, 30 de octubre de 2012

Continuar...

Aún cuando la luz
se erige dueña de mi oscuridad,
me inspiro en la nostalgia
que producen en mí 
los destellos de realidad.

No sé si un suspiro 
tiene el valor 
que se le presupone 
a la honestidad.

No sé,
si los Dioses todopoderosos
son los culpables 
de nuestras andanzas.

No sé si me entretengo
con astucias y palabras,
como si la vida me fuese en ello,
porque de veras en ello me vaya...

Porque hay días
en los que un simple murmullo 
hace añicos los contrafuertes
que sostienen las murallas
tras las que escondo mi reposo.

Aún cuando recuerdo,
aún cuando 
me deslizo por el mundo
como si no fuese un oriundo.

Aún así, amor, 
por muy extensa que sea la tierra
o por muchos versos que escriba
sobre el amor y la guerra.

¡No, no todo me da igual!

Puede que no crea 
en el más allá
y que solamente piense 
en arrodillarme
cuando necesite descansar.

Puede que la brújula
halla perdido su identidad.
Puede que el infierno 
no me asuste más que la realidad.

Pero nada de ello significa
que no desee continuar...
intentando conseguir aquella estrella
que prometí alcanzar.

I Need To Be In Love (Carpenters)



The hardest thing I've ever done
Is keep believing
There's someone in this crazy world
For me
The way that people come and go
Through temporary lives,
My chance could come and I might never know

I used to say 'No promises,
Let's keep it simple'
But freedom only helps you say
Good-bye
It took a while for me to learn
That nothing comes for free
The price I've paid is high enough for me

(*) I know I need to be in love
I know I've wasted too much time
I know I ask perfection of
A quite imperfect world
And fool enough to think that's
What I'll find

So here I am with pockets full
Of good intentions
But none of them will comfort me
Tonight
I'm wide awake at four a.m.
Without a friend in sight
Hanging on a hope but I'm alright

Repeat twice (*)