miércoles, 18 de enero de 2012

Vivo, muero y lloro.

Lento van muriendo aquellos espacios dentro de mi,
desangrando la felicidad en leve sollozo,
convulsionando, aferrándose con angustia a recuerdos,
esos que lentos evolucionan dentro de la memoria.

Ya mi risa ha perdido el sonido,
como las palabras se extravía
en los huecos de un olvido que a fuerza llega,
en distancias y desvelos, posándose conmigo,
intento inventarme un poema,
rasgando una triste prosa,
aquella que en alas tristes de cansada mariposa
intenta un vuelo sobre mi negra rosa.

Ordeno a mi llanto resguardarse en silencios y soledad,
disfrazando a ratos mi mirada de una inventada felicidad,
los glaciares del destino se han roto por dentro,
siento frío, tengo miedo,
recorro oscuros caminos.

Hoy mi poesía es un lamento incongruente,
letanías de preguntas que no encuentran respuesta,
puertas cerradas dentro de mi conciencia,
una impaciencia que lame mi espalda,
manos temblorosas buscando letras,
y mi voz casi en silencio tararea
una canción de dolor.

Nadie lo entiende, ni imploro más compasión,
tan solo es el latir de mi corazón,
que cobrará la vida en esperanzas,
esperando en el final del camino.

Escribiré entonces en la espalda del dolor mi prosa,
desnudaré las palabras del dolor,
seré de nuevo la poeta que una vez creyó en el mundo,
dejando en la punta de mis dedos aquella tierna sensación,
sentimientos nuevos que inventados en mi mente quisieron ser,
el motivo nuevo de volver a creer.

Hoy lloró, doblada de rodillas
escondiendo mi cara a la enorme cobardía,
de infamias que impusieron melancolía a mis versos,
rasgando mi dulce poesía en un lamento,
que despierta con el día,
mientras camina en la noche insomne
ataviado de una tristeza infinita.

Y pariré mi nueva poesía, 
entre lamentos de mi alma entristecida,
la historia sabrá de otra vida que muere en la tiranía,
desden burdo y barato de aquellos
posesos en la idolatría de la vida nada sabían,
eran mesquinos y en su propia soledad ellos morirán.

Mas no he de morir en sus intentos,
sigo viviendo el amor en mi eterna poesía.
He nacido poeta y me he vestido de vida,
y si he de morir, moriré en la poesía,
llegar a mis días del adiós,
con la sonrisa en el corazón.

Hoy mi poesía es larga,
llena de melancolía,
de aquellos sollozos que no se pueden escribir,
corro entre líneas blancas de un mustio papel,
la tinta se prende ansiosa,
no queriendo dejar morir mi prosa,
mis dedos se cansan,
mi inspiración se exhalta,
vivo, muero y lloro,
entre los brazos del dolor,
mientras lentamente le digo adiós.

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