Nunca antes había estado a la luz de una vela,
de una forma tan pura, desnuda, entre sombras.
Palpando las perfectas fallas de mi propia maqueta,
mi vestidura única de tejido epitelial, una sola prenda.
No me uno al fuego, solo porque ardería la vestidura
que es apenas obsequiada, apenas emancipada,
me tomo a pecho la cuestión de castigar la figura,
me libero en mi desnudez, me sofoco en el vacío, abro las alas con la tonada.
El tiempo debería ser lento de vez en cuando,
el agua y el cielo podrían ser más azules, ¿Porqué no el suelo?
somos los hombres los que deberíamos estar volando...
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