Con cada puesta de sol
el tenue humo suspendido
acaricia mis silencios.
Con cada aliento que exhalo
volátil aire me clava contra el suelo.
Cada movimiento de pensamiento
encadenado.
Los dedos se deslizan lentamente
sobre el nacarado teclado,
blancas y negras,
notas de belleza dispar
cuidando el delirante nacimiento.
Deseado dormitar sin imágenes.
Perderse sin pensamientos.
Con cada latido
obstinado, mecánico
mis sueños viajan hacia los mundos
de quizás alguna vez.
Y me ato a las cuadradas teclas
buscando un respiro.
Desde el momento en que llegamos a esta vida, el tiempo nos gobierna, lo medimos, lo señalamos, pero no podemos vencerlo, ni siquiera hacerle ir más aprisa, ni más despacio... o ¿si podemos? ¿No hemos experimentado todos la sensación de que los momentos preciosos pasan demasiado aprisa, y deseado que duraran más, o se ha parado el tiempo en un día gris y hemos deseado que corriera más?
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