sábado, 20 de abril de 2013

Tus ojos color Estambul

 No sé donde me conducirán
las olas de mis propias metáforas.

Añoro el testigo de mi locura,
la melancolía
que nunca me abandona...

Añoro el semblante tranquilo
de esa chica feliz
que a veces se hace llamar, yo
y disfraza sus mejillas con el rostro
de una fanática arlequín.

No sé si podré
o simplemente me conformaré,
pues la fugaz melodía que me atrapa
cuando me siento ante tu fotografía,
es demasiado bella para ser olvidada,
porque un recuerdo como ese
es, amor mío, pura poesía.

Los besos que te negué
y guardo en el desierto
de mis épocas pasadas.
Las caricias que olvidé
o repartí sin conciencia.

Los suspiros que nunca suspiré
y esperan impacientes, mi vida,
a que el vaivén
de los versos blancos de mi pluma
los lleve ante tu presencia.

Todo eso yace escondido
en el fondo de un cofre de oro
como mi más lindo tesoro.

Necesito tan poco
que a veces ese poco,
me parece un mundo
y si no lo escalo, o lo atrapo,
me mato o me muero.

¿Porque?, por qué no escribirlo,
no hay día más bonito
que aquel en el que tu
pronunciaste un te quiero.

A veces me haces sentir,
como me gustaría sentirme de por vida
y en ese sentimiento me invento
de principio a fin.

Siempre aparecen
tus ojos color Estambul,
como verde esperanza,
como un azul de mar,
cuando intento escribir esta poesía.

No sé donde me conducirá
la locura de saber esperar;
pero llegue hasta donde llegue
siempre estarás tú.

Conmigo o sin mí,
allí estarás porque allí estaré yo,
clamando promesas a los vientos
y enviando suspiros 
a los astros del firmamento.

Tú me has dado la felicidad eterna
de saberme una buena persona
y a tu lado soy,
una mujer más buena y honrada.

Tú me has entregado la potestad
de conquistar mi propia voluntad,
tú me has dado el remedio
para él que no encuentro consuelo.

Y aunque te falle cien veces seguidas,
te amaré hasta que separen
de mi piel mis costillas,
porque de mi barco su quilla,
es como el alma susurrante
que siempre calla y nunca habla.

El tiempo será el fiel testigo
del amor que te negué
y del que te oferté sin pedirte,
ni tan siquiera, de tus labios un capricho.

El tiempo me acabará devolviendo
toda esta tinta derramada
y cuando lo haga, mi niño,
que lo haga recostado sobre una cama
acariciando tu pelo
y sirviéndote mi pecho
de tierna y bella almohada.

No, hoy no pronunciaré un te quiero
aunque por dentro me muera
y tenga ganas de pronunciarlo,
y no lo haré porque me guardaré,
para mis adentros
este desgarrador amor que por ti siento.

Puede que no sea
la mujer más romántica del mundo;
pero si algo soy,
es un argumento repleto de versos prohibidos
que cuelgan de cada uno de tus requiebros.

Así pues y si por casualidad
alguna otra vez
te asaltan dudas,
no olvides nunca,
que en mis poemas y en mis letras
se esconde la esencia
de un amor con nombre y apellidos.

Puede, vida mía, que no sea
la mujer más romántico del mundo;
pero si algo soy,
es un argumento repleto de versos prohibidos
que cuelgan de cada uno de los hilos
del antifaz de mi conocimiento.


¡Ah!, se me olvidaba hacer caso omiso
a mi propia vanidad
y por si acaso y solo por si acaso:

En vez de un TE QUIERO,
te envío un TE AMO,
envuelto 
con el primer beso de enamorados
que ambos dos nos dimos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario